dimecres, 11 de novembre del 2009

Jacob descubre la verdad.

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-Sí, me parece una idea estupenda.-Respondí aceptando ir de compras, para la ropa de la pequeña.
-Genial, pues sobre las tres y media, cogeremos el coche e iremos a Port Ángeles, al centro comercial.-Sonrió. Yo asentí levemente, y me terminé la última cucharada de la deliciosa sopa.
Quise ayudarla a recoger la mesa y fregar los platos, pero ella era tan testaruda como yo, y no me permitió hacer ningún esfuerzo de ese tipo. “Tienes que reposar, con esa barriga casi ni te puedes mover, chica”. Me dijo claramente, así que, me levanté de la mesa y me subí al baño para darme una ducha de agua tibia, ya que eran las tres, y me tenía que ir preparando para dejarle el baño libre a Carla.
Subí con grandes dificultades por la escalera de caracol, mientras con una mano me agarraba fuertemente a la barandilla, y con la otra me sujetaba la espalda, notando pinchazos bastante fuertes por el esfuerzo y el peso de más que llevaba en mi vientre. Cuando llegué al piso de arriba, cogí un pantalón de chándal color morado, y un jersey de manga larga blanco, que había contraste con mi piel morena. Con lo redonda que estaba, eso era lo más cómodo que me podía poner.
Me metí en el baño y rápidamente me desnudé y entré en la ducha. Encendí el grifo y me di una ducha relajante, pero a la vez rápida. Cuando terminé de enjabonarme el pelo y el cuerpo, y de aclararme, me enrollé una toalla a mi melena negra, y con otra me sequé el cuerpo. Me vestí como pude, ya que ahora ni tan solo me podía ver los pies, y me desenredé el pelo, dejándomelo suelo para que se secara solo.
Después, dejé que Se preparara Carla, y yo mientras tanto, me estiré en la cama, pensando en todo lo ocurrido en estos meses. Tal vez eso no había sido una buena idea.
Me puse en pie tan rápido como pude, y agarré mi móvil, busqué en la agenda de números de teléfono, y pulsé al teléfono verde, para llamar a Jacob. Eso no estaba muy bien, pues me arriesgaba a que estuviera con los demás, pero el merecía saber lo que ocurría… Llevaba dándole vueltas al mismo tema desde todos estos meses, y no podía seguir así, al fin y al cabo, algún día se tenía que enterar. Al cabo de unos segundos de marcar para que llamara, descolgaron.
-¿Leah?-En la voz se le notó la nostalgia y la alegría de saber de mi.
-Hola chucho.-Le dije cariñosamente.
-Oh dios mío Leah… ¡qué alivio!-Llevamos meses buscándote… ¿Qué ocurre?
-Es difícil de explicar, al menos por teléfono.-Reí bajito.- ¿Seth no te ha contado nada?
-Eh… no, se niega a hablar dice que no pasa nada.-Dijo confuso.
-Entiendo, es que le pedí que no dijera nada… pero no puedo ocultarlo mas, al menos, no a ti.-Respiré hondo. -¿Conoces a Carla?
-¿La amiga de Seth? Sí, claro que la conozco.-Dijo alegremente.
-He estado viviendo con ella este tiempo… por motivos un tanto… sorprendentes.-Me miré la enorme barriga. -¿Estás ocupado esta tarde?
-Que va, ahora que se que estas bien, no te voy a ir a buscar de nuevo.-Rió.
-Carla y yo nos vamos de compras.-Resopló.-No, no es de compras para nosotras.
-¿Entonces?-Preguntó extrañado.
-Lo sabrás cuando me veas.-Soltó un largo a, pero no dijo nada más. -¿Te apuntas? Nos vamos dentro de diez minutos a Port Ángeles.
-Claro que me apunto. No soy de esos de ir de compras…-Rió.-Pero tengo ganas de verte. Eso sí, espero que no me pidas que vaya para cargar con las bolsas.-Rió.
-No seas tonto, pues claro que es por eso.-Le tomé el pelo.-Entonces, nos vemos aquí en casa de Carla en diez minutos.-Asintió.-Eso si… no le digas a nadie que has quedado y hablado conmigo, por favor. No estoy preparada para que lo sepan todos.
-Está bien, tranquila. Nos vemos.-Colgó.
-¿Jacob Black, se une a la tarde de compras?-Rió Carla.
-Así es.-Sonreí alegremente.
Los diez minutos se me hicieron eternos, tenía tantas ganas de ver a mi chucho, como lo llamaba cariñosamente a veces, que me pasé todo el rato mirando el reloj, cosa que izo que el tiempo pasara más lento para mí.
Al momento, sonó el timbre.
-Voy yo.-Grité desde el salón, mientras me intentaba erguir, apoyándome en el reposabrazos del sofá.
-¿Seguro?-Dijo mirándome con ambas dejas levantadas, mostrando una ancha sonrisa.
-Si.-Rió.
-Anda, que te ayudo.-Se acercó a mí, y con un pequeño empujoncito, me puso en pie, para después marcharse a terminar de secar y recoger la cocina. Me dirigí a paso lento a la entrada, y abrí la puerta mostrando una ancha sonrisa, mientras Jacob me miraba alegremente.
-¡Leah!-Se me iba a tirar encima, cuando sus ojos se agrandaron mientras me miraba el vientre. -¡Vaya! Que redonda te has puesto.-Rió. -¿Has dejado el régimen?
-No seas payaso Jacob.-Le di un puñetazo amistoso en el hombro.
-Así que esta es la razón por la que te marchaste.-Asentí tristemente. –El padre es Eliot.-Suspiró.
-Si…-Me miró tristemente.-Espero que comprendas la razón de mi marcha… Todo esto complicaba aun más la ruptura de Eliot y yo…
-Tranquila…-Se me acercó, y me abrazó por detrás, ya que la barriga, no le permitía acercarse tanto.-Te entiendo.

 
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